cuando soplabas detrás de mi oreja
Eras lo que uno llama hogar,
Leerte hasta la última pestaña, besarte hasta la última palabra, amarte hasta el último suspiro.
Había sido fácil quererla, es decir, aunque fuera de nosotras era todo un caos, había sido muy sencillo reír de sus chistes y platicar de cualquier cosa. Había sido bastante reconfortante encontrarme despierta en la madrugada pensando en qué había sucedido y cómo fue instantáneo eso que muchos llaman conexión, pero también mi miedo había sido inmenso y los tropiezos iban uno detrás de otro, fue confuso y desalentador al principio como si el universo no me quisiera ahí. Y por primera vez tomé mis propias riendas y le fui fiel a lo que estaba siendo, mi corazón se sentía listo inclusive si era solo para aventarse de nuevo al vacío. Era sí o no, en dos contrastes diferentes con una misma persona, era intentarlo de nuevo o quedarme con las ganas. Así que lo hice.
Por un momento pensé que si iba a ser difícil no valía la pena y que el estar ahí solo iba a ser un error más, pero no, al contrario, todo fue bastante simple. Fue como si solo pudieras ver estrellas brillantes y sintieras el viento congelando todas las partes de tu rostro una manera casi extasiante. Besos hubo muchos, pero solo se me grabó uno en particular, que era la respuesta que yo quería y que sin duda iba a tomar.
Me aferre fuerte a lo que he sido y como me he deconstruido, entendí que no hay medios vasos vacíos porque tú misma puedes llenarlos sola, que los amores a medias solo existen porque dejas que existan y que de ti depende que los besos sean solo besos o que parezcan convertiste en estrellas.
No sabía que resultaría de esto, pero quería que me pasara a mí y que la suma de todos los eventos me hicieran llegar justo a este punto, en el que no necesito que me complete pero quiero que esté conmigo, en donde no espero que me quiera a mi manera porque acepto los diferentes tipos y formas de amor. No tenía ni idea de qué sacaría de todo esto, pero me gustaba la idea de que se sintiera real y audaz, que esa electricidad pasara hasta por las puntas de los dedos de mis pies.
Quererla fue como oler rosas y tomar vino, era como leer poesía y caminar descalza por el pasto. Amarla fue valiente y extraordinario, fue como tomar café o taparse porque afuera hace mucho frío. Era muy sencillo, tanto que para ella hacerme el amor era la forma más perpicas para besarme la espalda. No lo entendí antes, pero fue fácil darme cuenta que cuando yo sentía que menos perdida estaba más enamorada me tenía.
Y supe que el amor no es difícil, y que si quieres siempre hay manera, que no importa nada cuando quieres todo, que los obstáculos nunca lo serán cuando no piensas darte por vencido. Me di cuenta que las excusas siempre sobran y que no hay forma de conseguir algo más que haciéndolo, que si quieres que pase lo haces y si no te interesa lo dejas a un lado, de que nunca se trata de cuanta capacidad tienes sino de cuanta voluntad le pones.
Antes fue sencillo quererla y si ella quiere quedarse a mi lado yo nunca le negaré ese espacio.
Había sido fácil quererla y es aún más fácil enamorarme de ella cada día, cualquier día.